…hay días en que las cosas salen muy distintas a lo que podíamos haber imaginado, aun cuando uno haya inclusive pensado que algunas de ellas podrían salir mal… pero como dicen por ahí, hasta la novela mas absurda puede quedarse corta ante las situaciones que los días nos presentan, así que uno, por mas previsor que sea, termina siendo sorprendido…
...y esto claro, no debería resultarnos tan raro, pues tristemente, uno se acostumbra a la rutina de los días y cae en un aletargamiento, es como ir somnoliento por las calles, como si fuera uno un sonámbulo, se levanta, se baña, se lava los dientes, corre, camina, sube en los vagones del metro y se deja envolver por los humores de otros zombis, uno hace como si viviera (de hecho vive), ríe, habla, escucha, ve… pero nada realmente le sorprende, pues todo lo que ve, lo que escucha, aun aquellos eventos supuestamente “impactantes”, no le conmueven, solo se muestra conmovido, interesado en el exterior, como por obligación, (todos los zombis deben mostrar empatía por las mismas situaciones o se sospechara de ellos)…
…y así vamos (bueno, voy), como si vivos, pero realmente ajenos al mundo, del que no esperamos mas, que la bondad de no ser tratados tan rudamente por el, deseando que no nos vea, no vaya a ser, que al vernos, piense que estamos demasiado cómodos y nos saque del olvido general, nos extraiga del montón de seres vivos y nos sacuda un poco mas de lo normal, que nos despabile y nos haga darnos cuenta que aun hay cosas que nos pueden tirar de la entraña, que lo cotidiano no es por mucho el peor de los males (aun cuando así nos lo parezca), que el hambre, la sed y el cansancio, no son nada, que es apenas la normalidad, es apenas nada…
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