viernes, 13 de julio de 2012
Mañanas de lluvia
…hoy salí más temprano de lo normal de casita y a pesar de que la cama no me dejaba levantar, suplicándome amargamente que me quedara y desistiera de mi estúpida insistencia en abandonarle, haciendo acopio de mi juerza de voluntad, logre con un movimiento que me hubiera envidiado el mismísimo Kato (si, aquel que le ponía sus mandrakes a los malosos que querían agandallar al pobre e indefenso Avispón Verde), zafarme de la calidez de mi cobija, al abrir la ventana, un viento frio termino por despertarme… nunca por más que intento, en ese primer vistazo al nuevo día alcanzo a ver nada (o quizá si veo, pero no entiendo na de lo que veo jaja), pero esta madrugada, no sé que vi, que me pareció que era una linda mañana, así pues, salí con buena cara al frio de la mañana y de pronto, a los primeros pasos, comencé a disfrutar de aquello que hacía mucho no pasaba, las calles oscuras, solitarias, mis pasos como único sonido, ese momento en que todo se escucha, si tan solo algo se dejara escuchar, húmedas calles, húmedos pasos, que delicia, si tan solo comenzara a llover… y como si hoy Tlaloc me quisiera, como si fuese mi cuate, comenzó a llover, así... bajita… breve… deliciosa llovizna, como caricia… y me nacía el deseo de quedarme parado ahí, en medio de la calle vacía, bajo la exquisita caricia, honesta, deprendida, generosa y eternamente nueva de la lluvia… que madrugada tan linda, que bella manera de iniciar un día, lindo regalo este, que me regresa a los días en que caminaba protegido en la oscuridad… desaparecer en ella, poderse en ella, arroparse en ella…
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